El Tratado de Bucareli, firmado en 1923, fue un
acuerdo entre los países de México y Estados Unidos. Oficialmente, fue llamado
"Convención Especial de Reclamaciones" por pérdidas sufridas por ciudadanos o
sociedades de los Estados Unidos de América por causas de las guerras de la
Revolución Mexicana.
El tratado buscaba canalizar las exigencias de
ciudadanos estadounidenses por presuntos daños causados a sus bienes por guerras
internas (Revolución Mexicana) durante el período comprendido entre 1910 y
1921.2 3 4 Las pláticas tuvieron por sede a la ciudad de México y se llevaron a
cabo en un edificio del gobierno federal ubicado en la calle de Bucareli no. 85.
Las negociaciones se iniciaron el 15 de mayo de 1923 y terminaron el 13 de
agosto del mismo año. El Tratado de Bucareli fue cancelado poco tiempo después
por el Presidente Plutarco Elías Calles.
El marco nacional dentro del cual el tratado fue firmado se caracterizó por la
inestabilidad política y las constantes asonadas militares. Uno de los orígenes
de la relativa debilidad del gobierno de Álvaro Obregón provenía del hecho de
que los Estados Unidos no habían reconocido su régimen post-revolucionario. La
Constitución de 1917, con una marcada influencia socialista y nacionalista había
perjudicado a muchos intereses estadounidenses, por lo cual el presidente de
aquel país se negaba a reconocer como legítimo al presidente Álvaro Obregón, y
además exigía la derogación de varios artículos o al menos que no fuesen
retroactivos. Para Obregón, el reconocimiento de su gobierno por el país del
norte era un asunto prioritario porque así evitaba la constante amenaza de un
conflicto armado con dicho país y le restaba fuerza a sus enemigos internos,
quienes también buscaban el apoyo de los estadounidenses.Dada la devastación y desorden causados durante las guerras civiles o
revolucionarias, Obregón consideraba que eran necesarias las inversiones
extranjeras para reconstruir laeconomía del país. Por su parte, Estados Unidos
condicionaba el reconocimiento a Obregón como Presidente legítimo al
establecimiento de un tratado entre los dos países, en el cual México
garantizaría los derechos de propiedad de los estadounidenses radicados en
México y de sus compañías petroleras en territorio mexicano.
El problema del
petróleo se deriva del artículo 27 de la Constitución Mexicana, que volvió a
retomar una antigua ley novohispana donde se establece que todo lo que esté en
tierras mexicanas es propiedad del Gobierno Federal. El lenguaje del artículo 27
trataba la posesión del petróleo de Estados Unidos y las compañías petroleras de
Europa, especialmente si el artículo fuera aplicado retroactivamente.
Tres
fueron las condiciones que exigieron al gobierno mexicano: a. Especificar en el
contenido del artículo 27 constitucional la situación legal en la que quedarían
la industria petrolera y las propiedades agrícolas de los extranjeros; b.
reanudar el pago de la deuda externa, suspendida durante el gobierno de
Venustiano Carranza Garza; c. pagar las compensaciones a los extranjeros, que
por daños a sus personas o propiedades hayan sufrido durante la lucha
revolucionaria.
La Suprema Corte de Justicia concedió y determinó que el
artículo 27 no sería retroactivo en la parte correspondiente a la industria
petrolera. Con relación a la reanudación del pago de la deuda externa, Obregón
intentó obtener fondos mediante los impuestos del petróleo pero las empresas
petroleras se opusieron a tal aumento, deteniendo la producción y obligando así
al gobierno, a derogar dicho impuesto.
El Tratado de Bucareli fue firmado por Álvaro Obregón el 13 de agosto de 1923
con el que se llegó, esencialmente, a los siguientes acuerdos:
- Las propiedades agrícolas expropiadas a estadounidenses se pagarían con bonos, si no eran mayores a 1755 hectáreas.
- Las propiedades que rebasaran dicha extensión, el pago sería de inmediato y al contado.
- Se integraría una comisión que se encargaría de revisar las reclamaciones pendientes a partir de 1868; las reclamaciones originadas por la Revolución se resolverían aparte.
Con
relación al petróleo, el art. 27 no era retroactivo para los norteamericanos que
habían adquiridos sus concesiones antes de 1917, lo que les permitía seguir
explotando libremente el hidrocarburo.
Cuando
Plutarco Elías Calles asumió la presidencia en diciembre de 1924, uno de los
principales puntos de discordia entre Estados Unidos y México todavía era el
petróleo. Calles rápidamente rechazó el Tratado de Bucareli de 1923 y comenzó a
redactar una nueva ley sobre el petróleo que cumpliera estrictamente y con apego
al artículo 27 de la Constitución. La reacción del gobierno de Estados Unidos
ante la intención de Calles de hacer aplicar el artículo 27, fue inmediata. El
embajador estadounidense en México, James Rockwell Sheffield llamó a Calles
"comunista", y el Secretario de Estado Frank Billings Kellogg emitió una amenaza
contra México el 12 de junio de 1925. Calles nunca se consideró asimismo como
comunista, pero consideraba la revolución como una forma de gobernar más que una
posición ideológica.
La opinión
pública en los Estados Unidos se tornó en contra de la política mexicana cuando
la primera embajada de la Unión Soviética, nunca antes establecida, se instauró
en México; ocasión en la que el embajador de dicha dependencia señaló que
"ningún país muestra más similitudes que la Unión Soviética y México". Después
de esto, algunos miembros del gobierno de Estados Unidos, comenzando por
Sheffield, consideraron que México era el segundo país bolchevique en la Tierra;
y comenzaron a referirse a él como "México Soviético".
El debate sobre la nueva ley de petróleo ocurrió en
1925, con los intereses de Estados Unidos opuestos a todas las iniciativas. En
1926, la nueva ley fue promulgada. En enero de 1927 el gobierno de Calles
canceló los permisos de las compañías petroleras que no cumplieran y respetaran
la ley. México consiguió evitar la guerra a través de una serie de maniobras
diplomáticas. Poco después, una línea telefónica directa fue establecida entre
Calles y el presidente Calvin Coolidge, y el embajador estadounidense en México,
James Sheffield, fue remplazado por Dwight Morrow. Finalmente, el 18 de marzo de
1938 el Presidente Lázaro Cárdenas del Río decretó la nacionalización del
petróleo en México, creando PEMEX.
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